«Hagan cinco tumores de oro y cinco ratas de oro, de acuerdo al número de los distritos de los filisteos, ya que todos ustedes con sus jefes han sufrido la misma plaga. Hagan imágenes de sus tumores y de los ratones que arruinan el paÃs, y den gloria al Dios de Israel. A ver si, con esto, deja de castigarlos a ustedes, a sus dioses y a su tierra.
Asà lo hicieron: tomaron dos vacas que estaban criando, las enyugaron a la carreta y encerraron sus terneritos en el establo.
Colocaron en la carreta el Arca de Dios con el cofre que contenÃa los ratones y las imágenes de oro.
Entonces las vacas se dirigieron derecho por el camino que sube a Bet-Semes y siguieron la ruta mugiendo, sin desviarse ni a la derecha ni a la izquierda. Los jefes de los filisteos las siguieron hasta llegar al territorio de Bet-Semes.
Los de Bet-Semes estaban segando el trigo en el valle cuando vieron que se acercaba el Arca. Salieron a su encuentro muy contentos.