He decidido castigar a Amalec por lo que le hizo a Israel, puesto que no lo dejó seguir su camino cuando regresaba de Egipto.
Ahora, vete y castiga a Amalec; tú lo declararás anatema con todo lo que le pertenece. No le tendrás compasión, sino que matarás a todos, hombres y mujeres, jóvenes y niños, bueyes y ovejas, camellos y burros.»
Saúl convocó al pueblo y le pasó revista en Telam: doscientos mil hombres de infanterÃa de la tribu de Israel y diez mil de Judá.
Avanzó Saúl hasta la capital de Amalec y se escondió en el barranco.
Saúl dijo a los quenitas: «Apártense de los amalecitas, no sea que los haga desaparecer con ellos, ya que ustedes se portaron bien con los israelitas cuando subÃan de Egipto.» Los quenitas, pues, se apartaron de los amalecitas.
Saúl persiguió a los amalecitas desde Havilá hasta la entrada de Sur, que está al este de Egipto.
Tomó vivo a Agag, rey de los amalecitas, pero pasó a cuchillo a todo el pueblo.
Se levantó de madrugada y fue en busca de Saúl. Le avisaron que Saúl habÃa ido a Carmelo, donde se erigió un monumento; luego, siguiendo su camino, habÃa bajado a Guilgal.