Noemà dijo a su nuera: «Hija mÃa, ¿no es mi obligación asegurarte un porvenir tranquilo?
Pues bien, Booz, nuestro pariente, con cuya gente has estado trabajando, va a trillar la cebada esta tarde. Tú debes, por lo tanto, hacer lo siguiente:
Lávate, perfúmate, vÃstete lo mejor que puedas y vete a su era, pero no te dejes ver hasta que haya terminado de comer y beber.
Por ahora, sigue durmiendo hasta mañana.» Antes de que amaneciera, cuando todavÃa no se puede distinguir bien a las personas, se levantó Booz, pues pensaba: «Nadie debe saber que esta mujer estuvo aquà durmiendo.»
Luego le pidió a Rut que extendiera su chal y se lo llenó de cebada. Ella se lo echó al hombro y se volvió a la ciudad.
Cuando llegó a casa de su suegra, le preguntó: «¿Cómo te ha ido, hija?»
Ella, entonces, le contó todo lo que el hombre habÃa hecho por ella y cómo le habÃa dado toda aquella cebada para que no volviera a su casa con las manos vacÃas.