Behold, what manner of love the Father hath bestowed upon us, that we should be called the sons of God: therefore the world knoweth us not, because it knew him not.
Hijitos míos, les he escrito esto para que no pequen; pero si uno peca, tenemos un defensor ante el Padre, Jesucristo, el Justo.
El es la víctima por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino por los del mundo entero.
Vean cómo sabremos que lo conocemos: si cumplimos sus mandatos.
Si alguien dice: «Yo lo conozco», pero no guarda sus mandatos, ése es un mentiroso y la verdad no está en él.
En cambio, si uno guarda su palabra, el auténtico amor de Dios está en él. Y vean cómo conoceremos que estamos en él:
si alguien dice: «Yo permanezco en él», debe portarse como él se portó.
Hijos queridos, no les escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo, el que ustedes tenían desde el comienzo; este mandamiento antiguo es la palabra misma que han oído.
Y, sin embargo, se lo doy como un mandamiento nuevo, porque es realmente novedad tanto en ustedes como en Jesucristo; ya se van disipando las tinieblas y brilla la luz verdadera.
Si alguien piensa que está en la luz mientras odia a su hermano, está aún en las tinieblas.
El que ama a su hermano permanece en la luz y no hay en él causas de tropiezo.
En cambio, quien odia a su hermano está en las tinieblas y camina en tinieblas; y no sabe adónde va, pues las tinieblas lo han cegado.
Esto les escribo, hijitos: ustedes recibieron ya el perdón de sus pecados.
Esto les escribo, padres: ustedes conocen al que es desde el principio. Esto les escribo, jóvenes: ustedes han vencido al Maligno.
Les he escrito, hijitos, porque ya conocen al Padre. Les he escrito, padres, porque conocen al que es desde el principio. Les he escrito, jóvenes, porque son fuertes, la Palabra de Dios permanece en ustedes y ya han vencido al Maligno.
No amen al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
Pues toda la corriente del mundo, -la codicia del hombre carnal, los ojos siempre ávidos, y la arrogancia de los ricos-, nada viene del Padre, sino del mundo.
Pasa el mundo con todas sus codicias, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
Hijitos, es la última hora, y han oído que va a venir un anticristo. Pero ya han venido varios anticristos, por lo cual conocemos que es la última hora.
Esa gente salió de entre nosotros, pero no eran de los nuestros; si hubieran sido de los nuestros, se habrían quedado con nosotros. Así es como descubrimos que no todos son de los nuestros.
Pero ustedes tienen esa unción que viene del Santo, por lo que todos tienen ya conocimiento.
Les escribo, no porque no conozcan la verdad, sino porque la conocen y porque la mentira no puede salir de la verdad.
¿Y quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ese es el mentiroso, el que niega a la vez al Padre y al Hijo.
Pues el que niega al Hijo, ya no tiene al Padre; y el que reconoce al Hijo tiene también al Padre.
Permanezca en ustedes lo que oyeron desde el principio; si permanece en ustedes lo que oyeron desde el comienzo, también ustedes permanecerán en el Hijo y en el Padre.
Esta es la promesa que él mismo prometió, y que es la vida eterna.
Les he escrito esto pensando en aquellos que tratan de desviarlos,
pues en ustedes permanece la unción que recibieron de Jesucristo, y no necesitan que nadie venga a enseñarles. El les ha dado la unción, y ella les enseña todo; ella es verdad y no mentira. Así, pues, quédense con lo que les ha enseñado.
Y ahora, hijitos, permanezcan en él; haciéndolo, tendremos plena confianza cuando aparezca en su gloria, en vez de sentir vergüenza ante él cuando nos venga a pedir cuentas.
Si saben que él es el Justo, reconozcan que todo el que practica la justicia ha nacido de Dios.