Hijos queridos, no les escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo, el que ustedes tenÃan desde el comienzo; este mandamiento antiguo es la palabra misma que han oÃdo.
Y, sin embargo, se lo doy como un mandamiento nuevo, porque es realmente novedad tanto en ustedes como en Jesucristo; ya se van disipando las tinieblas y brilla la luz verdadera.
Si alguien piensa que está en la luz mientras odia a su hermano, está aún en las tinieblas.
En cambio, quien odia a su hermano está en las tinieblas y camina en tinieblas; y no sabe adónde va, pues las tinieblas lo han cegado.
Esto les escribo, hijitos: ustedes recibieron ya el perdón de sus pecados.
Esto les escribo, padres: ustedes conocen al que es desde el principio. Esto les escribo, jóvenes: ustedes han vencido al Maligno.
Les he escrito, hijitos, porque ya conocen al Padre. Les he escrito, padres, porque conocen al que es desde el principio. Les he escrito, jóvenes, porque son fuertes, la Palabra de Dios permanece en ustedes y ya han vencido al Maligno.
Pues toda la corriente del mundo, -la codicia del hombre carnal, los ojos siempre ávidos, y la arrogancia de los ricos-, nada viene del Padre, sino del mundo.
Pasa el mundo con todas sus codicias, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
Hijitos, es la última hora, y han oÃdo que va a venir un anticristo. Pero ya han venido varios anticristos, por lo cual conocemos que es la última hora.
Esa gente salió de entre nosotros, pero no eran de los nuestros; si hubieran sido de los nuestros, se habrÃan quedado con nosotros. Asà es como descubrimos que no todos son de los nuestros.
Pero ustedes tienen esa unción que viene del Santo, por lo que todos tienen ya conocimiento.
Les escribo, no porque no conozcan la verdad, sino porque la conocen y porque la mentira no puede salir de la verdad.