Sepan, en primer lugar, que en los últimos dÃas se presentarán burlones que no harán caso más que de sus propias codicias, y preguntarán en son de burla:
No olviden, hermanos, que ante el Señor un dÃa es como mil años y mil años son como un dÃa.
El Señor no se demora en cumplir su promesa, como algunos dicen, sino que es generoso con ustedes, y no quiere que se pierdan algunos, sino que todos lleguen a la conversión.
Llegará el dÃa del Señor como hace un ladrón, y entonces los cielos se desarmarán entre un ruido ensordecedor, los elementos se derretirán por el calor y la tierra con todo lo que hay en ella se consumirá.
Si el universo ha de descomponerse asÃ, ¡cómo deberÃan ser ustedes! Les corresponde llevar una vida santa y piadosa,
mientras esperan y ansÃan la venida del dÃa de Dios, en la que los cielos se desarmarán en el fuego y los elementos se derretirán por el calor.
Mas nosotros esperamos, según la promesa de Dios, cielos nuevos y una tierra nueva en que reine la justicia.
Consideren que las demoras de nuestro Señor son para nuestra salvación, como lo escribió nuestro querido hermano Pablo con la sabidurÃa que le fue dada,
a unos los salvarán arrancándolos del fuego eterno; con otros deberán actuar con mucho cuidado, sin tocar ni siquiera sus ropas por miedo a la contaminación.
Al Dios único que puede preservarlos de todo pecado y presentarlos alegres y sin mancha ante su propia Gloria;