¿De dónde proceden esas guerras y esas riñas entre ustedes? De aquà abajo, por supuesto; son el fruto de las codicias, que hacen la guerra dentro de ustedes mismos.
Ustedes quisieran tener y no tienen, entonces matan; tienen envidia y no consiguen, entonces no hay más que discusiones y peleas. Pero si ustedes no tienen es porque no piden,
o si piden algo, no lo consiguen porque piden mal; y no lo consiguen porque lo derrocharÃan para divertirse.
¡Adúlteros! ¿No saben que la amistad con este mundo es enemistad con Dios? Quien desee ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios.
No sin razón dice la Escritura que el espÃritu que habita en nosotros quiere tener cada vez más;
pero Dios tiene mejores cosas que dar. Y la Escritura añade: Dios resiste a los orgullosos, pero hace favores a los humildes.
Hermanos, no se critiquen unos a otros. El que habla mal de un hermano o se hace su juez, habla contra la Ley y se hace juez de la Ley. Pero a ti, que juzgas a la Ley, ¿te corresponde juzgar a la Ley o cumplirla?
Ahora les toca el turno a los que dicen: «Hoy o mañana iremos a tal ciudad y pasaremos allà el año; haremos buenos negocios y obtendremos ganancias.»
Pero ustedes no saben lo que será el mañana. ¿Estarán con vida todavÃa? Pues no son más que humo que se ve por unos instantes y luego se disipa.