La lengua es un fuego, y es un mundo de maldad; rige nuestro organismo y mancha a toda la persona: el fuego del infierno se mete en ella y lo transmite a toda nuestra vida.
Animales salvajes y pájaros, reptiles y animales marinos de toda clase han sido y de hecho son dominados por la raza humana.
Pero nadie ha sido capaz de dominar la lengua. Es un azote que no se puede detener, un derrame de veneno mortal.
Con ella bendecimos a nuestro Señor y Padre y con ella maldecimos a los hombres, hechos a imagen de Dios.
De la misma boca salen la bendición y la maldición.
Hermanos, esto no puede ser asÃ. ¿Es que puede brotar de la misma fuente agua dulce y agua amarga?
La higuera no puede producir aceitunas ni la vid higos, y lo salobre no dará agua dulce.
¿Asà que eres sabio y entendido? Si tu sabidurÃa es modesta, veremos sus frutos en tu conducta noble.
Pero si te vuelve amargo, celoso, peleador, no te fÃes de ella, que eso serÃa mentira.
Esa clase de sabidurÃa no viene de arriba sino de la tierra, de tu propio genio y del demonio.
En cambio la sabidurÃa que viene de arriba es, ante todo, recta y pacÃfica, capaz de comprender a los demás y de aceptarlos; está llena de indulgencia y produce buenas obras,
no es parcial ni hipócrita. Los que trabajan por la paz siembran en la paz y cosechan frutos en todo lo bueno.