Si una tierra absorve las lluvias que la riegan a su debido tiempo y produce pasto provechoso para quienes la cultivan, recibe la bendición de Dios;
pero la que produce zarzas y espinas pierde su valor; un poco más y la maldicen, y terminarán por prenderle fuego. Sigamos firmes en nuestra esperanza
Ustedes se encuentran en una situación mejor y tienen salvación; lo creemos, amadÃsimos, aun cuando hablemos de este modo.
Dios no es injusto para olvidar lo que han hecho y cómo han ayudado y todavÃa ayudan a los santos por amor de su Nombre.
No se vuelvan flojos, sino más bien imiten a aquellos que por su fe y constancia consiguieron al fin lo prometido.
Tomen el ejemplo de Abrahán. Dios le hizo una promesa que confirmó con juramento y, como no habÃa nadie más grande que Dios por quien jurar, juró invocando su propio Nombre:
Tenemos, pues, promesa y juramento, dos cosas irrevocables en las que Dios no puede mentir y que nos dan plena seguridad cuando dejamos todo para aferrarnos a nuestra esperanza.
Esta es nuestra ancla espiritual, segura y firme, que se fijó más allá de la cortina del Templo, en el santuario mismo.
Allà entró Jesús para abrirnos el camino, hecho sumo sacerdote para siempre a semejanza de Melquisedec.