Si alguien aspira al cargo de obispo, no hay duda de que ambiciona algo muy eminente.
Es necesario, pues, que el obispo sea irreprochable, casado una sola vez, casto, dueño de sÃ, de buenos modales, que acoja fácilmente en su casa y con capacidad para enseñar.
No debe ser bebedor ni peleador, sino indulgente, amigo de la paz y desprendido del dinero.
Que sepa gobernar su propia casa y mantener a sus hijos obedientes y bien criados.
Pues si no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo podrá guiar a la asamblea de Dios?
Las mujeres igualmente sean respetables, no chismosas, sino serias y dignas de confianza.
Los diáconos sean casados una sola vez y gobiernen bien a sus hijos y su propia casa.
Los que cumplan bien su oficio se ganarán un lugar de honor, llegando a ser hombres firmes en la fe cristiana.
Te doy estas instrucciones con la esperanza de ir pronto a verte.
Pero si me demoro, para que sepas cómo debes portarte en la casa de Dios, que es la Iglesia del Dios vivo, pilar y base de la verdad.
Sin lugar a dudas, es grande el misterio de la Bondad: El se ha manifestado en la carne; rehabilitado por el EspÃritu, ha sido presentado a los ángeles. Proclamado a todas las naciones y creÃdo en el mundo, ya fue elevado y glorificado.