Behold, what manner of love the Father hath bestowed upon us, that we should be called the sons of God: therefore the world knoweth us not, because it knew him not.
¿Cuándo sucederá eso? ¿Cómo será? Sobre esto, hermanos, no necesitan que se les hable,
pues saben perfectamente que el día del Señor llega como un ladrón en plena noche.
Cuando todos se sientan en paz y seguridad, les caerá de repente la catástrofe encima, lo mismo que llegan los dolores de parto a la mujer embarazada, y nadie podrá escapar.
Pero ustedes, hermanos, no andan en tinieblas, de modo que ese día no los sorprenderá como hace el ladrón.
Todos ustedes son hijos de la luz e hijos del día: no somos de la noche ni de las tinieblas.
Entonces no durmamos como los demás, sino permanezcamos sobrios y despiertos.
A los que les gusta la cama duermen en la noche, y a los que les gusta tomar se emborrachan en la noche.
Nosotros, en cambio, por ser del día, permanezcamos despiertos; revistámonos de la fe y del amor como de una coraza, y sea nuestro casco la esperanza de la salvación.
Pues Dios no nos ha destinado a la condenación, sino a que hagamos nuestra la salvación por Cristo Jesús, nuestro Señor.
El murió por nosotros, para que, sea que nos halle despiertos o descansando, entremos junto con él en la vida.
Por eso anímense mutuamente y edifíquense juntos, como ya lo están haciendo.
Hermanos, les rogamos que se muestren agradecidos con los que trabajan para ustedes, los dirigen en el Señor y los corrigen.
Ténganles mucho aprecio y cariño por lo que hacen. Y vivan en paz entre ustedes.
Les rogamos también, hermanos, que reprendan a los indisciplinados, animen a los indecisos, sostengan a los débiles y tengan paciencia con todos.
Cuiden que nadie devuelva a otro mal por mal, sino constantemente procuren el bien entre ustedes y con los demás.
Estén siempre alegres,
oren sin cesar
y den gracias a Dios en toda ocasión; ésta es, por voluntad de Dios, su vocación de cristianos.
No apaguen el Espíritu,
no desprecien lo que dicen los profetas.
Examínenlo todo y quédense con lo bueno.
Eviten toda clase de mal, dondequiera lo encuentren.
Que el Dios de la paz los haga santos en toda su persona. Que se digne guardarlos sin reproche, en su espíritu, su alma y su cuerpo, hasta la venida de Cristo Jesús, nuestro Señor.
El que los llamó es fiel, y así lo hará.
Hermanos, rueguen también por nosotros.
Saluden a todos los hermanos con el beso santo.
Les ordeno, en nombre del Señor, que se lea esta carta a todos los hermanos.
Que la gracia de Cristo Jesús, nuestro Señor, sea con ustedes.