Y a ti, SÃcigo, verdadero compañero, te pido que las ayudes; no olvides que ellas lucharon conmigo por el Evangelio, lo mismo que Clemente y mis otros colaboradores, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida.
antes bien, en toda ocasión presenten sus peticiones a Dios y junten la acción de gracias a la súplica.
Y la paz de Dios, que es mayor de lo que se puede imaginar, les guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
Por lo demás, hermanos, fÃjense en todo lo que encuentren de verdadero, noble, justo, limpio; en todo lo que es fraternal y hermoso; en todos los valores morales que merecen alabanza.
Pongan en práctica todo lo que han aprendido, recibido y oÃdo de mÃ, todo lo que me han visto hacer, y el Dios de la paz estará con ustedes.
Sentà mucho gozo en el Señor al ver florecer en ustedes esa preocupación por mÃ. En realidad pensaban en mÃ, sólo que les faltaba una ocasión.