Behold, what manner of love the Father hath bestowed upon us, that we should be called the sons of God: therefore the world knoweth us not, because it knew him not.
¿Puedo pedirles algo en nombre de Cristo, hablarles del amor? ¿Han recibido el Espíritu y son capaces de compasión y ternura?
Entonces denme esta alegría: pónganse de acuerdo, estén unidos en el amor, con una misma alma y un mismo proyecto.
No hagan nada por rivalidad o vanagloria. Que cada uno tenga la humildad de creer que los otros son mejores que él mismo.
No busque nadie sus propios intereses, sino más bien preocúpese cada uno por los demás.
Tengan unos con otros las mismas disposiciones que estuvieron en Cristo Jesús:
El, siendo de condición divina, no se apegó a su igualdad con Dios, sino que se redujo a nada,
tomando la condición de servidor, y se hizo semejante a los hombres. Y encontrándose en la condición humana,
se rebajó a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte en una cruz.
Por eso Dios lo engrandeció y le dio el Nombre que está sobre todo nombre,
para que al Nombre de Jesús se doble toda rodilla en los cielos, en la tierra y entre los muertos,
y toda lengua proclame que Cristo Jesús es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Por tanto, amadísimos míos, que siempre me han escuchado, sigan procurando su salvación con temor y temblor; y si lo hicieron cuando me tenían presente, háganlo más todavía cuando estoy lejos.
Pues Dios es el que produce en ustedes tanto el querer como el actuar para agradarle.
Cumplan todo sin quejas ni discusiones;
así no tendrán falla ni defecto y serán hijos de Dios sin reproche en medio de una raza descarriada y pervertida. Ustedes son luz en medio de ellos, como las estrellas en el universo,
al presentarles la palabra de vida. De ese modo me sentiré orgulloso de ustedes en el día de Cristo, porque mis esfuerzos y mis afanes no habrán sido inútiles.
Y aunque deba dar mi vida por la fe de ustedes, que vale más que cualquier celebración y sacrificio, me siento feliz y me alegro con todos ustedes.
Y también ustedes han de sentirse felices y alegrarse conmigo.
El Señor Jesús me da la esperanza de que pronto les podré enviar a Timoteo, y será para mí un consuelo que pueda tener por su intermedio noticias de ustedes.
De hecho, no tengo a ningún otro que se preocupe tanto como él por sus problemas.
Todos buscan sus propios intereses, no los de Cristo Jesús.
Pero Timoteo, como saben, ha dado pruebas, y como un hijo al lado de su padre, ha estado conmigo al servicio del Evangelio.
Por eso pienso enviárselo apenas vea claros mis problemas.
Por lo demás, tengo confianza en el Señor que pronto podré ir personalmente.
Me pareció necesario devolverles a nuestro hermano Epafrodito, que trabajó y luchó a mi lado, y al que ustedes enviaron para que atendiera mis necesidades.
En realidad, él los echaba mucho de menos y estaba preocupado al saber que ustedes estaban al tanto de su enfermedad.
Es cierto que estuvo enfermo y a las puertas de la muerte, pero Dios tuvo piedad de él y también de mí, ahorrándome penas sobre penas.
Por eso me apresuro en mandárselo, para que tengan la alegría de verlo y yo mismo quede más tranquilo.
Celebren, pues, alegremente su llegada, como conviene en el Señor, y estimen mucho a personas como él,
que casi murió por la obra de Cristo. Pues no escatimó sacrificios para servirme personalmente en nombre de todos ustedes, que no los tenía a mi lado.