Ahora yo digo: mientras el hijo del dueño de casa es aún niño, no tiene ninguna ventaja sobre los esclavos, a pesar de que es dueño de todos ellos.
Está sometido a quienes lo cuidan o se encargan de sus asuntos hasta la fecha fijada por su padre.
Ustedes ahora son hijos, por lo cual Dios ha mandado a nuestros corazones el EspÃritu de su propio Hijo que clama al Padre: ¡Abbá! o sea: ¡Papá!
De modo que ya no eres esclavo, sino hijo, y siendo hijo, Dios te da la herencia.
En otros tiempos no conocÃan a Dios y sirvieron a los que no son dioses;
pero si ahora conocen a Dios o, más bien, Dios los ha conocido a ustedes, ¿cómo pueden volver a normas y principios miserables y sin fuerza? ¿Quieren ser de nuevo sus esclavos?
Y van a observar ciertos dÃas, y las lunas nuevas, y tal tiempo, y ese año.
Me temo que todas mis penas hayan sido inútiles.
Les ruego, hermanos, que me imiten a mà como yo me hice semejante a ustedes. Siempre me han tratado bien.
Aunque mis pruebas eran una prueba para ustedes, no me despreciaron ni me rechazaron, sino que me acogieron como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús.