Pero ¿voy a recomendarme otra vez? ¿DeberÃa acaso llevar cartas de recomendación de ustedes o para ustedes, como hacen otros?
Ustedes mismos son nuestra carta de recomendación; es una carta escrita en el interior de las personas pero que todos pueden leer y entender.
Nadie puede negar que ustedes son una carta de Cristo, de la que hemos sido instrumentos, escrita no con tinta, sino con el EspÃritu del Dios vivo; carta no grabada en tablas de piedra, sino en corazones humanos.
Por eso nos sentimos seguros de Dios gracias a Cristo.
¿Cómo podrÃamos atribuirnos algo a nosotros mismos? Nuestra capacidad nos viene de Dios.
Incluso nos ha hecho encargados de una nueva alianza, que ya no es cosa de escritos, sino del EspÃritu. Porque lo escrito da muerte, mientras que el EspÃritu da vida.
Con todo, los israelitas se volvieron ciegos. El mismo velo les oculta el sentido de la antigua Alianza hasta el dÃa de hoy, y nadie les hace ver que con Cristo ya no tiene valor.