Ahora vienen a predicarles a otro Jesús, no como se lo predicamos, y les proponen un espÃritu diferente del que recibieron, y un evangelio diferente del que abrazaron. ¡Y lo aceptan sin dificultad!
Sin embargo, no creo ser inferior en nada a esos superapóstoles.
¿Que mi oratoria deja mucho que desear? Tal vez; pero no mi conocimiento, como se lo he probado ya de mil maneras y en cualquier asunto.
¿No habrá sido mi pecado el haberme rebajado para que ustedes crecieran? Yo les he entregado el Evangelio sin cobrarles nada.
Viajes frecuentes; peligrosos de rÃos; peligros de bandidos; peligros por parte de mis compatriotas; peligros por parte de los paganos; peligros en la ciudad; peligros en lugares despoblados; peligros en el mar; peligros entre falsos hermanos.
Trabajos y agotamiento, con noches sin dormir, con hambre y sed, con muchos dÃas sin comer, con frÃo y sin abrigo.
Además de estas y otras cosas, pesa sobre mà la preocupación por todas las Iglesias.