Mis palabras y mi mensaje no contaron con los recursos de la oratoria, sino con manifestaciones de espÃritu y poder,
para que su fe se apoyara, no en sabidurÃa humana, sino en el poder de Dios.
Es verdad que con los perfectos hablamos de sabidurÃa, pero es una sabidurÃa que no procede de este mundo ni de sus cabezas, ya que han sido eliminados.
Enseñamos el misterio de la sabidurÃa divina, el plan secreto que estableció Dios desde el principio para llevarnos a la gloria.
Esta sabidurÃa no fue conocida por ninguna de las cabezas de este mundo, pues de haberla conocido, no habrÃan crucificado al Señor de la Gloria.
Recuerden la Escritura: Ni ojo vio, ni oÃdo oyó, ni por mente humana han pasado las cosas que Dios ha preparado para los que lo aman.
Pero a nosotros nos lo reveló Dios por medio de su EspÃritu, pues el EspÃritu escudriña todo, hasta las profundidades de Dios.
En efecto, nadie nos conoce como nuestro espÃritu, porque está en nosotros. De igual modo, sólo el EspÃritu de Dios conoce las cosas de Dios.