Busquen el amor y aspiren a los dones espirituales, especialmente al don de profecÃa.
El que habla en lenguas habla a Dios, pero no a los hombres, pues nadie le entiende cuando habla en espÃritu y dice cosas misteriosas.
El que profetiza, en cambio, da a los demás firmeza, aliento y consuelo.
El que habla en lenguas se fortalece a sà mismo, mientras que el profeta edifica a la Iglesia.
Me alegrarÃa que todos ustedes hablaran en lenguas, pero más me gustarÃa que todos fueran profetas. Es mucho mejor tener profetas que quien hable en lenguas, a no ser que haya quien las interprete y asà toda la Iglesia saque provecho.
Entiendan, pues, que hablar en lenguas es una señal para quienes no creen, pero no para los creyentes; en cambio, la profecÃa es para los creyentes, no para los que no creen.
Por el contrario, supongan que todos están profetizando y entra alguien que no cree o que no tiene preparación, y todos le descubren sus errores, le dicen verdades y le hacen revelaciones.
Este, al ver descubiertos sus secretos más Ãntimos, caerá de rodillas, adorará a Dios y proclamará: Dios está realmente entre ustedes.