Cuando aún eran paganos, perdÃan el control de sà mismos al ser llevados a sus Ãdolos sin voz ni vida.
Ahora les digo que ninguno puede gritar: «¡Maldito sea Jesús!» si el espÃritu es de Dios; y nadie puede decir: «¡Jesús es el Señor!», sino con un espÃritu santo.
Hay diferentes dones espirituales, pero el EspÃritu es el mismo.
Hay diversos ministerios, pero el Señor es el mismo.
Hay diversidad de obras, pero es el mismo Dios quien obra todo en todos.
La manifestación del EspÃritu que a cada uno se le da es para provecho común.
A uno se le da, por el EspÃritu, palabra de sabidurÃa; a otro, palabra de conocimiento según el mismo EspÃritu;
a otro, el don de la fe, por el EspÃritu; a otro, el don de hacer curaciones, por el único EspÃritu;
a otro, poder de hacer milagros; a otro, profecÃa; a otro, reconocimiento de lo que viene del bueno o del mal espÃritu; a otro, hablar en lenguas; a otro, interpretar lo que se dijo en lenguas.
Y todo esto es obra del mismo y único EspÃritu, que da a cada uno como quiere.