El es la piedra que ustedes los constructores despreciaron, y que se ha convertido en piedra angular.
No hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres ningún otro Nombre por el que debamos ser salvados.»
Quedaron admirados al ver la seguridad con que hablaban Pedro y Juan, que eran hombres sin instrucción ni preparación, pero sabÃan que habÃan estado con Jesús.
Los jefes veÃan al hombre que habÃa sido sanado allÃ, de pie a su lado, de modo que nada podÃan decir contra ellos.
Mandaron, pues, que los hicieran salir del tribunal mientras deliberaban entre ellos. DecÃan:
Se han aliado los reyes de la tierra y los prÃncipes se han unido contra el Señor y contra su MesÃas.
Es verdad que en esta ciudad hubo una conspiración de Herodes con Poncio Pilato, los paganos y el pueblo de Israel contra tu santo siervo Jesús, a quien tú ungiste.
Pero solamente consiguieron lo que tú habÃas decidido y llevabas a efecto.
Y ahora, Señor, fÃjate en sus amenazas; concede a tus siervos anunciar tu Palabra con toda valentÃa,
mientras tú manifiestas tu poder y das grandes golpes, realizando curaciones, señales y prodigios por el Nombre de tu santo siervo Jesús.»
Terminada la oración, tembló el lugar donde estaban reunidos. Todos quedaron llenos del EspÃritu Santo y se pusieron a anunciar con valentÃa la Palabra de Dios.
La multitud de los fieles tenÃa un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba como propios sus bienes, sino que todo lo tenÃan en común.