La Iglesia los encaminó, y atravesaron Fenicia y SamarÃa. Al pasar contaban con todo lujo de detalles la conversión de los paganos, lo que produjo gran alegrÃa en todos los hermanos.
para que el resto de los hombres busque al Señor, todas las naciones sobre las cuales ha sido invocado mi Nombre. Asà lo dice el Señor, que hoy realiza
lo que tenÃa preparado desde siempre.
Por esto pienso que no debemos complicar la vida a los paganos que se convierten a Dios.
Digámosles en nuestra carta tan sólo que se abstengan de lo que es impuro por haber sido ofrecido a los Ãdolos, de las relaciones sexuales prohibidas, de la carne de animales sin sangrar y de comer sangre.
DebÃan entregar la siguiente carta: «Los apóstoles y los hermanos con tÃtulo de ancianos saludan a los hermanos no judÃos de AntioquÃa, Siria y Cilicia.
Nos hemos enterado de que algunos de entre nosotros los han inquietado y perturbado con sus palabras. No tenÃan mandato alguno nuestro.
que han consagrado su vida al servicio de nuestro Señor Jesucristo.
Les enviamos, pues, a Judas y a Silas, que les expondrán de viva voz todo el asunto.
Fue el parecer del EspÃritu Santo y el nuestro no imponerles ninguna otra carga fuera de las indispensables:
que no coman carne sacrificada a los Ãdolos, ni sangre, ni carne de animales sin desangrar, y que se abstengan de relaciones sexuales prohibidas. Observen estas normas dejándose guiar por el EspÃritu Santo. Adiós. »