Y le dijo: «Todo el mundo sirve al principio el vino mejor, y cuando ya todos han bebido bastante, les dan el de menos calidad; pero tú has dejado el mejor vino para el final.»
Encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas, sentados detrás de sus mesas.
Hizo un látigo con cuerdas y los echó a todos fuera del Templo junto con las ovejas y bueyes; derribó las mesas de los cambistas y desparramó el dinero por el suelo.
A los que vendÃan palomas les dijo: «Saquen eso de aquà y no conviertan la Casa de mi Padre en un mercado.»
Sus discÃpulos se acordaron de lo que dice la Escritura: «Me devora el celo por tu Casa.»
Ellos contestaron: «Han demorado ya cuarenta y seis años en la construcción de este templo, y ¿tú piensas reconstruirlo en tres dÃas?»
En realidad, Jesús hablaba de ese Templo que es su cuerpo.
Solamente cuando resucitó de entre los muertos, sus discÃpulos se acordaron de que lo habÃa dicho y creyeron tanto en la Escritura como en lo que Jesús dijo.