Si encuentras extraviado el buey o la oveja de tu hermano, no te harás el desentendido, sino que se lo llevarás a tu hermano.
Si este hermano no es vecino tuyo y no sabes a quién pertenece el animal, lo guardarás en tu casa hasta que su dueño vaya a buscarlo. Entonces se lo devolverás.
Lo mismo harás con su burro, y lo mismo con su vestido, y lo mismo con cualquier objeto que se le extravió a tu hermano, el día que lo encuentres. No puedes hacer como si no supieras.
Si ves el burro de tu hermano o su buey que caen en el camino, no puedes desentenderte, sino que ayudarás a levantarlo.
La mujer no llevará vestido de hombre, ni el hombre vestido de mujer, porque Yavé aborrece al que hace tal cosa.
Si encuentras en tu camino un nido de pájaros en un árbol o en el suelo, y la madre está echada sobre los polluelos o sobre los huevos, no te llevarás a la madre con las crías,
sino que dejarás que ella se vaya y tomarás para ti sólo las crías. Así tendrás prosperidad y larga vida.
Cuando construyas una casa nueva, harás alrededor de la azotea un pequeño muro, no sea que alguien se caiga desde arriba y tu casa quede manchada con sangre.
No sembrarás en tu viña ninguna otra semilla, porque de hacerlo, tanto los productos de esta siembra como las uvas de tu viña quedarían prohibidos.
No ararás con un buey y un burro juntos.
No te vestirás con un paño tejido mitad de lana y mitad de lino.
Te harás una borla en las cuatro puntas del manto con que te cubras.
Aquí viene el caso de un hombre que se ha casado con una mujer y después deja de quererla.
Este hombre empieza a reprocharla por su conducta y a difamarla, y se le ocurre decir: «Me casé con esta mujer, y al acostarme con ella, no le encontré las señas de su virginidad».
En ese caso el padre y la madre de la joven tomarán el paño en que están las señas de su virginidad y lo mostrarán a los jueces de la ciudad.
El padre de la joven dirá a los jueces: «He dado a mi hija por esposa a este hombre, pero ya no la quiere, y ahora pretende que no la tomó virgen.
Vean, pues, ahí las pruebas de la virginidad de mi hija.» Y extenderán el paño delante de los jueces de la ciudad.
Si el hombre es culpable, los jueces lo tomarán preso y lo azotarán.
Lo multarán además en cien monedas de plata, que entregarán al padre de la joven, por haber difamado a una virgen de Israel. El marido tendrá que tomarla como esposa y no podrá repudiarla en toda su vida.
Pero si es verdad lo que el hombre dice, y no aparecen las pruebas de su virginidad,
entonces la sacarás a la puerta de la casa de su padre y morirá apedreada por el pueblo, por haber cometido una infamia en Israel, prostituyéndose mientras todavía estaba en la casa de su padre. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti.
Si se sorprende a un hombre acostado con una mujer casada, morirán los dos, el adúltero y la adúltera. Así harás desaparecer el mal de Israel.
Si una joven está prometida en matrimonio a un hombre, y otro hombre la encuentra en la ciudad y se acuesta con ella,
los llevarán a los dos y los apedrearán hasta que mueran: la joven porque no gritó y no pidió ayuda, estando en la ciudad, y el hombre, porque deshonró a la mujer de su prójimo. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti.
Pero si el hombre encuentra en el campo a una joven prometida en matrimonio, y a la fuerza la viola, sólo el hombre que la violó morirá.
No harás nada a la joven; ella no merece la muerte, porque así como un salteador se arroja sobre un hombre y lo asesina, de la misma manera fue asaltada la joven.
Estaba sola en el campo, gritó y nadie le prestó ayuda.
Si un hombre encuentra a una joven virgen, no prometida en matrimonio a otro hombre, y a la fuerza la viola y luego son sorprendidos,
el hombre que se acostó con ella dará al padre de la joven cincuenta monedas de plata, y la tomará por esposa. Y no podrá repudiarla en toda su vida, ya que la deshonró.