Entre tanto se habÃan reunido miles y miles de personas, hasta el punto de que se aplastaban unos a otros. Entonces Jesús se puso a decir, especialmente para sus discÃpulos: «CuÃdense de la levadura de los fariseos, que es la hipocresÃa.
Nada hay tan oculto que no haya de ser descubierto o tan escondido que no haya de ser conocido.
Por el contrario, todo lo que hayan dicho en la oscuridad será oÃdo a la luz del dÃa, y lo que hayan dicho al oÃdo en las habitaciones será proclamado desde las azoteas.
Esto vale para toda persona que amontona para sà misma, en vez de acumular para Dios.»
Jesús dijo a sus discÃpulos: «No se atormenten por su vida con cuestiones de alimentos, ni por su cuerpo con cuestiones de ropa.
Miren que la vida es más que el alimento y el cuerpo más que el vestido.
Aprendan de los cuervos: no siembran ni cosechan, no tienen bodegas ni graneros, y sin embargo Dios los alimenta. ¡Y ustedes valen mucho más que las aves!
No temas, pequeño rebaño, porque al Padre de ustedes le agradó darles el Reino.
Vendan lo que tienen y repártanlo en limosnas. Háganse junto a Dios bolsas que no se rompen de viejas y reservas que no se acaban; allà no llega el ladrón, y no hay polilla que destroce.
Afortunado ese servidor si al llegar su señor lo encuentra cumpliendo su deber.
En verdad les digo que le encomendará el cuidado de todo lo que tiene.
Pero puede ser que el administrador piense: «Mi patrón llegará tarde». Si entonces empieza a maltratar a los sirvientes y sirvientas, a comer, a beber y a emborracharse,
llegará su patrón el dÃa en que menos lo espera y a la hora menos pensada, le quitará su cargo y lo mandará donde aquellos de los que no se puede fiar.
Este servidor conocÃa la voluntad de su patrón; si no ha cumplido las órdenes de su patrón y no ha preparado nada, recibirá un severo castigo.
En cambio, si es otro que hizo sin saber algo que merece azotes, recibirá menos golpes. Al que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y cuanto más se le haya confiado, tanto más se le pedirá cuentas.
He venido a traer fuego a la tierra y ¡cuánto desearÃa que ya estuviera ardiendo!
¿Creen ustedes que he venido para establecer la paz en la tierra? Les digo que no; más bien he venido a traer división.
Pues de ahora en adelante hasta en una casa de cinco personas habrá división: tres contra dos y dos contra tres.
El padre estará contra del hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.»