Entonces los espÃritus malos salieron del hombre y entraron en los cerdos; en un instante las piaras se arrojaron al agua desde lo alto del acantilado y todos los cerdos se ahogaron en el lago.
Los cuidadores de los cerdos huyeron y contaron lo ocurrido en la ciudad y por el campo, de modo que toda la gente fue a ver lo que habÃa sucedido.
Se acercaron Jesús y vieron al hombre endemoniado, el que habÃa estado en poder de la Multitud, sentado, vestido y en su sano juicio. Todos se asustaron.
Los testigos les contaron lo ocurrido al endemoniado y a los cerdos,
y ellos rogaban a Jesús que se alejara de sus tierras.