Hagan y cumplan todo lo que ellos dicen, pero no los imiten, porque ellos enseñan y no practican.
Preparan pesadas cargas, muy difÃciles de llevar, y las echan sobre las espaldas de la gente, pero ellos ni siquiera levantan un dedo para moverlas.
Todo lo hacen para ser vistos por los hombres. Miren esas largas citas de la Ley que llevan en la frente, y los largos flecos de su manto.
Les gusta ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos reservados en las sinagogas.
Les agrada que los saluden en las plazas y que la gente los llame Maestro.
Lo que es ustedes, no se dejen llamar Maestro, porque no tienen más que un Maestro, y todos ustedes son hermanos.
No llamen Padre a nadie en la tierra, porque ustedes tienen un solo Padre, el que está en el Cielo.
Tampoco se dejen ustedes llamar GuÃa, porque ustedes no tienen más GuÃa que Cristo.
El más grande entre ustedes se hará el servidor de todos.
Porque el que se pone por encima, será humillado, y el que se rebaja, será puesto en alto.
Por lo tanto, ¡ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes cierran a la gente el Reino de los Cielos. No entran ustedes, ni dejan entrar a los que querrÃan hacerlo.
¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas!
Ustedes recorren mar y tierra para ganar un pagano, y cuando se ha convertido, lo transforman en un hijo del demonio, mucho peor que ustedes.
¡Ay de ustedes, que son guÃas ciegos! Ustedes dicen: Jurar por el Templo no obliga, pero jurar por el tesoro del Templo, sÃ.
¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes pagan el diezmo hasta sobre la menta, el anÃs y el comino, pero no cumplen la Ley en lo que realmente tiene peso: la justicia, la misericordia y la fe. Ahà está lo que ustedes debÃan poner por obra, sin descartar lo otro.
¡GuÃas ciegos! Ustedes cuelan un mosquito, pero se tragan un camello.
¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes son como sepulcros bien pintados, que se ven maravillosos, pero que por dentro están llenos de huesos y de toda clase de podredumbre.
¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes construyen sepulcros para los profetas y adornan los monumentos de los hombres santos.
Asà ustedes se proclaman hijos de quienes asesinaron a los profetas.
¡Terminen, pues, de hacer lo que sus padres comenzaron!
¡Serpientes, raza de vÃboras!, ¿cómo lograrán escapar de la condenación del infierno?
Desde ahora les voy a enviar profetas, sabios y maestros, pero ustedes los degollarán y crucificarán, y a otros los azotarán en las sinagogas o los perseguirán de una ciudad a otra.
Al final recaerá sobre ustedes toda la sangre inocente que ha sido derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de ZacarÃas, hijo de BaraquÃas, al que ustedes mataron ante el altar, dentro del Templo.
En verdad les digo: esta generación pagará por todo eso.