El que hiciera caer a uno de estos pequeños que creen en mÃ, mejor le serÃa que le amarraran al cuello una gran piedra de moler y que lo hundieran en lo más profundo del mar.
¡Ay del mundo a causa de los escándalos! Tiene que haber escándalos, pero, ¡ay del que causa el escándalo!
Si tu mano o tu pie te está haciendo caer, córtatelo y tÃralo lejos. Pues es mejor para ti entrar en la vida sin una mano o sin un pie que ser echado al fuego eterno con las dos manos y los dos pies.
Y si tu ojo te está haciendo caer, arráncalo y tÃralo lejos. Pues es mejor para ti entrar tuerto en la vida que ser arrojado con los dos ojos al fuego del infierno.
CuÃdense, no desprecien a ninguno de estos pequeños. Pues yo se lo digo: sus ángeles en el Cielo contemplan sin cesar la cara de mi Padre del Cielo.
El rey se compadeció y lo dejó libre; más todavÃa, le perdonó la deuda.
Pero apenas salió el empleado de la presencia del rey, se encontró con uno de sus compañeros que le debÃa cien monedas. Lo agarró del cuello y casi lo ahogaba, gritándole: «Págame lo que me debes.»