Behold, what manner of love the Father hath bestowed upon us, that we should be called the sons of God: therefore the world knoweth us not, because it knew him not.
Palabra de Yavé que fue dirigida a Sofonías, hijo de Cusi, hijo de Godolías, hijo de Amarías, hijo de Ezequías cuando reinaba en Juda Josías, hijo de Amón.
Doy mi palabra, dice Yavé, que borraré cuanto existe en la faz de la tierra.
Acabaré con los hombres y los animales, con las aves del cielo y los peces del mar; arrancaré al hombre de la superficie de la tierra.
Levantaré mi mano para castigar a Judá y a todos los habitantes de Jerusalén; sacaré todo lo que queda de Baal y hasta el nombre de sus sacerdotes.
Echaré fuera además a los que se arrodillan en las terrazas para adorar las estrellas; a los que si bien adoran a Yavé, juran al mismo tiempo por Yavé y por Moloc;
a los que se separan de Yavé y dejan de seguirlo y no lo consultan.
¡Reine el silencio delante del Señor Yavé, pues se acerca su día! Yavé ha preparado un sacrificio y ya ha consagrado a sus invitados.
He aquí lo que pasará el día del sacrificio de Yavé: «Yo pediré cuentas a los ministros, a los hijos del rey y a todos los que se visten a la moda extranjera.
También pediré cuentas a todos los que saltan por encima del umbral del Templo de su Señor sin pisarlo, y a los que lo llenan de violencia y de robos.»
Ese día, lo asegura Yavé, un tremendo clamor saldrá de la Puerta del Pescado; aullidos de la ciudad nueva, y un ruido espantoso de los cerros vecinos.
Griten, habitantes del barrio hundido, pues ha desaparecido toda esa gentuza de comerciantes, han sido eliminados todos los que contaban la plata.
Ese día andaré con antorchas, registrando Jerusalén para castigar a esos hombres que se quedan sentados en sus basuras y piensan: «¡Total, Yavé no hace ni bien ni mal!»
Pues bien, sus riquezas serán saqueadas; sus casas, demolidas ( ).
Se aproxima el gran día de Yavé, ya está cerca, ya llega corrriendo. El día de Yavé: su solo estruendo es una cosa amarga, y hasta el valiente grita de pavor.
Es un día de cólera aquel día, de angustia y de congoja; día de destrucción y de ruinas, de sombras y tinieblas; día de nubarrones y neblina,
día en que suena el clarín en lo alto de la muralla y da la alarma en todas las fortalezas.
Les mandaré a los hombres la congoja, y andarán como ciegos ( ). Su sangre será esparcida como el polvo y sus restos yacerán como basura.
Ni su oro ni su plata los lograrán salvar cuando estalle la cólera de Dios y consuma en el fuego de su celo al país de Judá y destruya sin dejar rastro siquiera a todos los que habitan esa tierra.