caballerÃas que avanzan, llamear de espadas, centellear de lanzas, multitud de heridos, montones de muertos, cadáveres sin fin; se tropieza en los cadáveres.
Asà paga sus muchas prostituciones la prostituta de encantadores atractivos, maestra en sortilegios, que engañaba a los pueblos con sus prostituciones y a las naciones con sus sortilegios.
Tus fortalezas son como higueras cargadas de brevas: si se las sacude, caen en la boca de quien va a comerlas.
Mira a tus habitantes: son ahora como mujeres; las puertas de tu paÃs están abiertas, y tus enemigos pueden entrar, el fuego ha devorado tus trancas.
Aunque fueras numeroso como el pulgón, incontable como la langosta el fuego te consumirá, te exterminará la espada,
HabÃas multiplicado tus mercaderes más que las estrellas del cielo,
tus guardias, como langosta, y tus funcionarios como enjambres de insectos que se posan en los cercos en un dÃa de frÃo. Sale el sol y se van, se despliegan los pulgones, se vuelan y nadie sabe dónde.