«Manda a los hijos de Israel que echen del campamento a todos los leprosos, a los que están impuros por flujo seminal y a todos los están impuros por haber tocado algún muerto.
Ya sean hombres o mujeres, los echarán fuera del campamento para que no lo hagan impuro, pues yo habito en medio de ustedes.»
Confesará el pecado que ha cometido y restituirá exactamente el objeto del delito, añadirá una quinta parte más y se la devolverá al que fue perjudicado.
Entonces el sacerdote pedirá a la mujer que repita esta maldición: «Si nadie más que tu marido se ha acostado contigo y no te has descarriado con otro hombre, esta agua amarga que trae la maldición manifestará tu inocencia.
Pero si te has ido con otro que no es tu marido, y te has manchado teniendo relaciones con otro hombre...
Entren en tus entrañas las aguas que traen la maldición, haciendo que se pudran tus muslos y reviente tu vientre.» Y la mujer responderá: ¡Asà sea, asà sea!
Luego tomará un puñado de la harina ofrecida en sacrificio y la quemará sobre el altar; finalmente, dará a beber el agua amarga a la mujer.
Si la mujer fue infiel a su marido y se hizo impura, el agua que bebió se volverá amarga en ella, se le hinchará el vientre y se le marchitarán los senos y será mujer maldita en medio de su pueblo.
Pero si la mujer no se hizo impura, sino que ha sido fiel, no sufrirá y podrá tener hijos.
Este es el rito de los celos, para cuando una mujer peca con otro hombre y se hace impura;