Behold, what manner of love the Father hath bestowed upon us, that we should be called the sons of God: therefore the world knoweth us not, because it knew him not.
«Que los hijos de Israel tomen ahora desquite de los madianitas, y luego irás a reunirte con tu pueblo.»
Moisés, pues, dijo al pueblo: «Que se armen algunos de ustedes para la guerra. Que vayan a pelear contra Madián y sean los instrumentos de la venganza de Yavé contra él.
Enviarán a la guerra mil hombres de cada tribu de Israel.»
Reclutaron, pues, entre los israelitas, mil hombres por cada tribu, doce mil hombres armados para la guerra.
Moisés mandó al combate mil por cada tribu, y con ellos a Finjas, hijo del sacerdote Eleazar, que llevaba los objetos sagrados, y las trompetas para los toques.
Pelearon contra Madián, como Yavé había mandado a Moisés, y mataron a todos los varones.
Mataron también a los reyes de Madián: Eví, Requem, Sur, Jur y Rebá; eran los cinco reyes madianitas. Mataron también a espada a Balaam, hijo de Beor.
Los hijos de Israel trajeron cautivas a las mujeres de Madián y a sus niños y recogeron sus animales, sus rebaños y todas sus pertenencias.
Prendieron fuego a todos los pueblos en que vivían y a todos sus campamentos.
Habiendo reunido todo el botín y los despojos, hombres y bestias,
llevaron los cautivos y el botín ante Moisés, el sacerdote Eleazar y toda la comunidad de los hijos de Israel, en las estepas de Moab, que están cerca del Jordán, a la altura de Jericó.
Moisés, el sacerdote Eleazar y todos los jefes de la comunidad salieron a su encuentro hasta fuera del campamento.
Moisés se enojó contra los jefes de las tropas, jefes de mil y jefes de cien que volvían del combate.
Moisés les dijo: «¿Así, pues, han dejado con vida a las mujeres?
Precisamente ellas fueron las que, siguiendo el consejo de Balaam, indujeron a los hijos de Israel a que desobedecieran a Yavé (en el asunto de Baal-Peor); y una plaga azotó a la comunidad de Yavé.
Maten, pues, a todos los niños hombres, y a toda mujer que haya tenido relaciones con un hombre.
Pero dejen con vida y tomen para ustedes todas las niñas que todavía no han tenido relaciones.
Todos los de ustedes que derramaron sangre o que tocaron a algún muerto, quedarán fuera del campamento durante siete días, y se purificarán el tercer y el séptimo día. Ustedes harán lo mismo con las cautivas.
Asimismo purificarán todos los vestidos, objetos de cuero, tejidos de pelo de cabra y objetos de madera.»
El sacerdote Eleazar dijo a los hombres que habían ido a la guerra: «Esta es la Ley que Yavé ordenó a Moisés:
el oro, la plata, el cobre, el hierro, el estaño y el plomo, todo lo que puede pasar por el fuego, lo purificarán con el fuego y el agua de purificación.
Y todo lo que no pueda pasar por el fuego lo pasarán por agua.
Después de lavar sus vestidos el día séptimo, quedarán puros y podrán volver al campamento.»
Yavé dijo a Moisés:
«Saca la cuenta, tú, el sacerdote Eleazar y los jefes de las familias de la comunidad, de lo que fue traído como botín, hombres y ganado.
Lo partirás en dos; la mitad, para los combatientes que fueron a la guerra, y la otra mitad, para toda la comunidad.
Reserva como ofrenda para Yavé, de la parte de los combatientes que fueron a la guerra, uno por cada quinientos, sean hombres, bueyes, burros y ovejas.
Lo tomarás de la mitad del botín que les corresponde y se lo darás al sacerdote Eleazar como contribución para Yavé.
Y, de la mitad del botín correspondiente a los hijos de Israel, separarás uno por cada cincuenta, sean hombres, bueyes, burros y ovejas, cualquier clase de animales, y se lo darás a los levitas que están encargados del ministerio de la Morada de Yavé.»
Moisés y el sacerdote Eleazar hicieron como Yavé había mandado a Moisés.
El botín, lo que quedaba de lo que la gente de guerra había saqueado, era de seiscientas setenta y cinco mil cabezas de ganado menor,
setenta y dos mil de vacuno
y sesenta y un mil burros.
En cuanto a las personas, las mujeres que to davía no habían tenido relaciones eran en total treinta y dos mil.
La mitad que correspondió a los que fueron al combate fue de trescientas treinta y siete mil quinientas cabezas de ganado menor,
siendo la parte de Yavé seiscientas sesenta y cinco cabezas;
además, treinta y seis mil cabezas de vacuno, siendo la parte de Yavé setenta y dos; además,
treinta mil quinientos burros, siendo la parte de Yavé sesenta y uno.
Personas: dieciséis mil, siendo la parte de Yavé treinta y dos.
Moisés dio al sacerdote Eleazar la ofrenda reservada para Yavé, como Yavé había ordenado a Moisés.
La otra mitad del botín, perteneciente a los hijos de Israel,
era de trescientas treinta y siete mil cabezas de ganado menor,
treinta y seis mil de vacuno,
treinta mil quinientas de burros
y dieciséis mil personas.
Moisés tomó de esta mitad perteneciente a los hijos de Israel a razón de uno por cincuenta hombres y animales y se los dio a los levitas que cuidan la Morada de Yavé, como Yavé había ordenado a Moisés.
Los jefes de las tropas de Israel que habían ido a la guerra, jefes de mil y de cien, se acercaron a Moisés
y le dijeron: «Hemos sacado la cuenta de los combatientes que teníamos a nuestras órdenes y no falta ni uno.
Por eso venimos a ofrecer a Yavé lo que cada uno de nosotros ha encontrado, en objetos de oro, brazaletes, cadenitas, anillos y collares para hacer expiación por nosotros delante de Yavé.»
Moisés y el sacerdote Eleazar recibieron de ellos el oro y las joyas.
El total de oro que los jefes de millar y cien presentaron a Yavé fue de dieciséis mil setecientos cincuenta siclos.
Los combatientes habían saqueado cada uno por cuenta propia.
Entonces Moisés y el sacerdote Eleazar recibieron el oro de los jefes de millar y de cien y lo llevaron a la Tienda de las Citas para que quedaran ante Yavé y para que él se acordara de los hijos de Israel.