Balaam le dijo a Balac: "¡Levanta aquí siete altares y prepárame siete novillos y siete chivos!" 2. Balac hizo lo que Balaam le había dicho, y Balac y Balaam sacrificaron un novillo y un chivo en cada altar.
Balaam le dijo a Balac: "Quédate aquí cerca de tu holocausto mientras voy a dar una vuelta. A lo mejor Yavé viene a visitarme para que yo te revele entonces lo que me dé a conocer". Y Balaam se fue a una cumbre.
Dios se presentó a Balaam y éste le dijo: "¡Preparé siete altares y en cada altar sacrifiqué un novillo y un chivo!"
Entonces Yavé puso una palabra en la boca de Balaam y le dijo: "Regresa donde Balac y transmítele esta palabra".
Volvió pues donde Balac que seguía de pie junto a su holocausto con todos los jefes de Moab.
Y Balaam proclamó su poema: "De Aram me dice que venga Balac, de los montes del oriente me llama el rey de Moab: "¡Ven y maldíce a Jacob! ¡ven y amenaza a Israel!"
¿Cómo maldecir si Dios no maldice, cómo amenazar si Dios no amenaza?
¡Lo veo de lo alto de los riscos y lo contemplo de lo alto de las colinas: ese pueblo vive aparte no se lo puede contar entre las naciones!
¿Quién podrá calcular el polvo de Jacob y contar aunque sea una cuarta parte de Israel? ¡Que muera yo con la muerte de los justos y que mi fin sea como él de ellos!"
Balac le dijo a Balaam: "¿Qué me hiciste? ¡Te traje para que maldijeras a mis enemigos y tú los bendices!"
Respondió: ¿No debo acaso decir lo que Yavé puso en mi boca?"
Entonces Balac le dijo: "Ven pues conmigo a otro lugar. Desde allí verás al pueblo, aunque no todo, y tú me lo maldecirás".
Lo llevó pues al Campo de los Centinelas en la cumbre del Pisga. Allí hizo siete altares y puso en cada altar un novillo y un chivo.
Balaam le dijo entonces a Balac: "Quédate aquí junto a tu holocausto, que yo iré un poco más lejos".
Yavé se presentó a Balaam y puso una palabra en su boca, luego le dijo: "Regresa donde está Balac y transmítele esta palabra".
Balaam volvió entonces donde aquél, que seguía de pie al lado de su holocausto con los jefes de Moab. Balac le preguntó a Balaam: "¿Qué dijo Yavé?" Y Balaam proclamó su poema: "¡Levántate Balac, escucha! ¡Pon atención, hijo de Sipor!
Dios no es un hombre para que mienta, ni es un hijo de hombre para volver atrás. ¿Dice él algo sin que lo haga? ¿o habla sin que actúe?
¡Mira! Me trajo para bendecir; si él bendice, ¿cómo voy a decir otra cosa?
El no vio culpa alguna en Jacob ni percibió mal alguno en Israel. Yavé su Dios está con él, en su campamento se oye que aclaman a su rey.
Dios lo hizo salir de Egipto, y le dio cuernos de búfalo!
No necesitan magia en Jacob ni brujerías en Israel, porque a su debido tiempo se le predecirá a Jacob, a Israel, lo que Dios prepara.
Ese pueblo se alza como una leona, se yergue como un león. No volverá sin que haya devorado su presa, sin que haya bebido la sangre de sus víctimas.
Balac le dijo a Balaam: "¡Si no maldices, por lo menos no lo bendigas!"
Pero Balaam le respondió a Balac: "Te lo advertí muy bien: lo que diga Yavé, eso haré". Balac le dijo a Balaam: "Ven, te llevaré a otra parte, y a lo mejor allí tu Dios estará de acuerdo en que me lo maldigas!"
Balaam condujo entonces a Balaam a la cima del monte Fogor, frente al desierto.
Balaam le dijo a Balac: "Haz siete altares en este lugar, y prepara siete novillos y siete chivos".
Balac hizo como Balaam le había dicho y sacrificó un novillo y un chivo en cada altar.