«Esto es lo que ha de suceder después:Yo derramaré mi Espíritu sobre cualquier mortal. Tus hijos y tus hijas profetizarán, los ancianos tendrán sueños y los jóvenes verán visiones.
Hasta sobre los siervos y las sirvientas derramaré mi Espíritu en aquellos días.
Daré a ver señales en el cielo, y en la tierra habrá sangre, fuego y nubes de humo.
El sol se cambiará en tinieblas y la luna en sangre cuando se acerque el día de Yavé, día grande y terrible.
Entonces serán salvados todos aquellos que invoquen el Nombre de Yavé. Pues unos se salvarán en el cerro Sión, habrá sobrevivientes en Jerusalén, como lo ha dicho Yavé; allí estarán los que llame Yavé.