No te alegres, Israel, no te regocijes como las naciones paganas, porque tú has traicionado a tu Dios y, con tal de que te dieran algo, te entregabas en cualquier era donde se trillara.
Pero ni la era ni el lagar les proporcionarán el sustento necesario, y hasta el vino les faltará.
EfraÃm monta guardia ante mi Dios y el profeta trata de impedir que el enemigo llegue de sorpresa, anunciando el ataque contra el templo de sus Ãdolos.
Israel fue para mà como uva silvestre encontrada en el desierto, y sus padres me parecieron como si fueran las primeras brevas; pero no bien habÃan llegado a Baal-Peor, se vendieron al Ãdolo y se hicieron tan aborrecibles como el Ãdolo que amaban.
La gloria de EfraÃm se volará como un pájaro: no más hijos, no más embarazos, no más concepción.