Prepárate a tocar la corneta pues aquí viene la desgracia y se deja caer como un águila sobre los de la Casa de Yavé. No han respetado mi alianza y han rechazado mi Ley.
Ellos me aclaman: «Dios mío, nosotros los de Israel te conocemos.»
Pero Israel ha rechazado el bien y por eso el enemigo lo perseguirá.
Se han elegido reyes sin que esto viniera de mí; se han dado jefes que yo no conocía. Con su oro y su plata se han fabricado ídolos, y yo se los quitaré.
Le tengo asco a tu ternero, Samaria, y estalla mi cólera contra él. ¿Cuánto tiempo más esperarán para limpiarse
hijos de Israel? No es un Dios, pues ha sido hecho por un escultor; por eso el ternero de Samaria se hará cenizas.
Como siembran vientos, cosecharán tempestades. Su trigo no echará espigas, la espiga no dará harina; y si llega a dar algo, se la comerán los extranjeros.
Israel ha sido devorado y ahora aparece en medio de las naciones como una cosa que no sirve. Efraím era un burro orgulloso.
Pero miren cómo subió a Asiria llevando regalos a sus amantes.
Sin embargo, por más que se hayan hecho amigos en las naciones, pronto los voy a dispersar y dentro de poco no podrán ungir más reyes ni príncipes.
Efraím multiplicó los altares, pero éstos sólo le han servido para pecar.
Aunque escribiera mil preceptos para él, los consideraría como cosa sin importancia.
¿Acaso quieren ofrecer sacrificios? ¡Que los ofrezcan, pues, y que se coman la carne! Pero Yavé no se siento agradecido por ellos, pues se está acordando de su falta; va a castigar sus pecados y los va a mandar nuevamente a Egipto.
Israel se ha olvidado de su creador y construye palacios; Judá, por su parte, multiplica las ciudades fortificadas; pero yo prenderé fuego a sus ciudades e incendiaré sus castillos.