El año doce de su reinado, Nabucodonosor tuvo un sueño que lo inquietó hasta el punto de no dejarlo dormir.
El rey mandó llamar brujos y magos, astrólogos y adivinos, para que explicaran su sueño. Vinieron y se presentaron al rey.
Este les dijo: «Tuve un sueño y no estaré tranquilo mientras no sepa lo que significa.»
Los adivinos respondieron: «Viva el rey eternamente. Cuéntanos tu sueño y nosotros te lo explicaremos.»
El rey respondió a sus magos: «No olviden lo que tengo decidido. Si no me dan a conocer el sueño y su interpretación, sus cuerpos serán destrozados y sus casas destruidas.
Pero el que me dé a conocer el sueño y su interpretación recibirá de mí regalos, obsequios y grandes honores. Así, pues, díganme cuál fue el sueño y cuál es su interpretación.»
Los caldeos respondieron como la primera vez: «Cuente el rey el sueño a sus servidores, y nosotros le daremos la interpretación.»
El rey replicó: «Veo que lo que quieren es ganar tiempo, al conocer ya mi decisión.
Si no me dan a conocer el sueño, todos serán castigados. Seguramente se han puesto de acuerdo para decirme palabras mentirosas y falsas para ganar tiempo. Pero díganme ahora el sueño, y estaré seguro de la explicación que me darán después.»
Los adivinos contestaron: «No hay nadie en el mundo capaz de hacer lo que el rey pide, y por eso ningún rey, por grande y poderoso que sea, hace tal pregunta a ningún mago, adivino o astrólogo.
Lo que el rey pide es imposible y nadie se lo dirá. Sólo los dioses pueden hacerlo, pero ellos no viven entre los hombres.»
El rey se enfureció y mandó ejecutar a todos los sabios de Babilonia.
Una vez promulgada esta sentencia de muerte contra los sabios, buscaron también a Daniel y sus compañeros para matarlos.
Pero Daniel se dirigió con palabras sabias y prudentes a Aryok, jefe de la guardia real, que debía ejecutar a los sabios de Babilonia,
y le preguntó: «¿Por qué ha dado el rey un decreto tan riguroso?» Aryok explicó el asunto a Daniel,
el cual fue a decir al rey que si le daba un plazo, él le indicaría el significado de su sueño.
Daniel regresó a su casa y comunicó el asunto a sus compañeros.
Los invitó a implorar la misericordia de Dios acerca de este sueño misterioso para que no se les diera muerte a ellos junto con los otros sabios de Babilonia.
Y en una visión nocturna, Dios reveló el sueño misterioso de Nabucodonosor a Daniel. Por lo cual Daniel bendijo al Dios de los Cielos
y dijo: «Bendito sea Dios por los siglos de los siglos, ya que suyo es el saber, y suya la fuerza;
él ordena los tiempos y los acontecimientos, da el poder a los reyes o se lo quita; da a los sabios sabiduría, y ciencia a los entendidos.»
El revela los misterios y los secretos, conoce lo que ocultan las tinieblas. Donde está él, está la luz.
Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has concedido el saber y la inteligencia, y ahora me has manifestado lo que te habíamos pedido, y nos has dado a conocer el asunto del rey.
Después de esto, Daniel se fue donde Aryok, a quien el rey había mandado matar a los sabios de Babilonia. Al presentarse, le dijo: «No mates a los sabios de Babilonia. Antes bien, llévame a la presencia del rey y yo le daré la interpretación».
Aryok se apresuró a introducir a Daniel diciendo al rey: «Encontré entre los desterrados judíos a un hombre que pretende dar al rey la interpretación.»
Tomó el rey la palabra y dijo a Daniel (por sobrenombre Beltsasar): «¿Eres capaz de decirme el sueño que tuve y de interpretarlo?» Daniel interpreta el sueño
Daniel tomó la palabra en presencia del rey y dijo: «El misterio que el rey quiere saber no hay sabios, magos, adivinos ni astrólogos que se lo puedan revelar,
pero hay un Dios en el cielo que descubre los misterios y que ha dado a conocer al rey Nabucodonosor lo que sucederá al fin de los tiempos. Estos eran tu sueño y tus visiones cuando estabas en tu cama.
¡Oh rey!, los pensamientos que perturban tu sueño se refieren al futuro; Dios, que revela los secretos, te lo da a conocer.
A mí se me ha revelado este secreto, no porque tenga una sabiduría superior a la de los mortales, sino con el fin de que todos conozcan la interpretación de tu sueño.
Tú veías una estatua enorme, de extraordinario brillo y aspecto terrible, que se levantaba delante de ti.
La cabeza de esta estatua era de oro puro, el pecho y los brazos de plata, las caderas y el vientre de bronce,
las piernas de hierro, los pies parte de hierro y parte de loza.
Tú estabas mirando la estatua cuando de repente una piedra se desprendió, sin haber sido lanzada por ninguna mano, y vino a chocar contra los pies de hierro y loza de la estatua, haciéndola pedazos.
Entonces todo a la vez quedó como polvo, el hierro, la loza, el bronce, la plata y el oro, como capotillo de la cosecha, y el viento se lo llevó sin que quedara rastro.
En cuanto a la piedra que chocó con la estatua, se convirtió en un cerro muy grande que llenó toda la tierra.
Tal fue tu sueño. Ahora te lo voy a explicar:
A ti, ¡oh, rey!, el más poderoso entre todos los reyes, Dios te ha dado el reino, el imperio, el poder y la gloria. Los hombres, los animales y los pájaros, dondequiera que habiten, los ha puesto Dios bajo tu mano. Dios te ha hecho su soberano y, por eso, la cabeza de oro eres tú.
Después de ti seguirá otro reino inferior al tuyo, y luego un tercer reino como el bronce que dominará la tierra entera.
Habrá un cuarto reino, duro como el hierro. El romperá todo, igual que el hierro, que todo lo hace pedazos.
Lo que viste de los pies y los dedos, parte de loza y parte de hierro,
significa que este reino va a ser dividido, y que será en parte fuerte y en parte débil.
Será unido en la persona de su rey, pero sus pueblos no se unirán, de la misma manera que el hierro no se mezcla con la loza.
En tiempos de estos reyes, Dios hará surgir un Reino que jamás será destruido. Este Reino no pasará a otras manos, sino que pulverizará y destruirá a todos estos reinos y él permanecerá eternamente.
Es el significado de la piedra que has visto desprenderse del monte sin ayuda de ninguna mano y que redujo a polvo el hierro, el bronce, la loza, la plata y el oro. El Dios grande te ha revelado lo que ha de venir. ¿No es cierto que éste fue tu sueño? Entonces puedes estar seguro de la explicación.»
Al oír esto, el rey Nabucodonosor se arrodilló delante de Daniel y ordenó que se le ofreciera un regalo.
El rey dijo a Daniel: «Verdaderamente el Dios de ustedes es el Dios de los dioses y el Señor de los reyes, el revelador de los misterios, puesto que tú pudiste explicar este misterio.»
Y el rey concedió a Daniel un cargo importante y le dio muchos y magníficos regalos. Lo hizo gobernador de toda la provincia de Babilonia y jefe supremo de todos los sabios.
Daniel, pues, influyó ante el rey para que encargara la administración de la provincia de Babilonia a Sidrac, Misac y Abdénago, quedando Daniel a disposición del rey.