El rey Astiages fue a reunirse con sus padres y le sucedió Ciro, el Persa.
Daniel era comensal del rey y más estimado que ningún otro de sus amigos. Daniel y los sacerdotes de Bel
TenÃan los babilonios un Ãdolo llamado Bel, en el que se gastaban diariamente más de seiscientos kilos de flor de harina, cuarenta ovejas y más de doscientos litros de vino.
Ellos estaban tranquilos, porque se habÃan hecho una entrada secreta debajo de la mesa y por ahà penetraban siempre y venÃan a comerse las ofrendas.
En cuanto salieron y el rey mandó poner la comida ante Bel,
Daniel mandó a sus criados que trajeran ceniza y la desparramaran por todo el suelo del templo, sin más testigos que el rey. Luego salieron, cerraron la puerta, la sellaron con el anillo real y se fueron.
Los sacerdotes vinieron por la noche, como de costumbre, con sus mujeres y sus hijos, y se lo comieron y bebieron todo
Veo huellas de hombres, de mujeres y de niños», dijo el rey
Se enojó muchÃsimo y mandó detener a los sacerdotes con sus mujeres y sus hijos. Ellos le mostraron entonces las puertas secretas por las que entraban a apoderarse de lo que habÃa en la mesa.
Entonces el rey mandó matarlos a todos y entregó Bel a Daniel, que lo destruyó juntamente con su templo.
Entonces Daniel tomó resina, grasa y pelos y lo coció junto, hizo unas bolas y las metió en el hocico de la serpiente, que reventó en cuanto las tragó. Y Daniel dijo: «Esto es lo que ustedes adoraban.
Al enterarse los babilonios de esto, se indignaron y se amotinaron contra el rey, diciendo: «El rey se ha hecho judÃo, destruyó a Bel, mató a la serpiente, y suprimió a los sacerdotes.»
Entonces el rey, al verse en peligro por su violencia, se vio obligado a entregarles a Daniel.
Ellos lo echaron en el foso de los leones, donde estuvo seis dÃas.
En ese foso habÃa siete leones a los que daban diariamente dos cuerpos humanos y dos ovejas; pero entonces no les dieron nada con el fin de que devoraran a Daniel