Have not I commanded thee? Be strong and of a good courage; be not afraid, neither be thou dismayed: for the LORD thy God is with thee whithersoever thou goest.
El tercer año del reinado de Ciro, rey de Persia, Dios entregó un mensaje a Daniel, por sobrenombre Beltsasar. Este mensaje hablaba de fidelidad y de gran angustia. Daniel se fijó en estas palabras y prestó atención a la siguiente visión.
En ese tiempo, yo, Daniel, estuve de luto durante tres semanas:
Su cuerpo era como de crisólito, su rostro era como el brillo del relámpago, sus ojos como antorchas encendidas, sus brazos y piernas brillantes como bronce pulido, y el rumor de sus palabras como el rumor de una multitud
Luego me dijo: «Daniel, no temas, porque desde el primer dÃa en que te dedicaste a comprender y humillarte de corazón delante de tu Dios, fueron oÃdas tus súplicas y precisamente debido a estas súplicas he venido yo
pero un personaje de aspecto humano me tocó los labios. Entonces abrà la boca para hablar y dije al que estaba delante de mÃ: «Señor mÃo, ante esta visión me invade la angustia y ya no tengo fuerzas.
¿Cómo podrÃa hablar con mi señor cuando me faltan las fuerzas y no me queda ni aliento?
El personaje de aspecto humano me tocó de nuevo y me reanimó.
Me dijo: «Hombre elegido de Dios, no temas, la paz sea contigo, cobra fuerza y ánimo.» Mientras me hablaba, me sentà reanimado y dije: «Hable, mi Señor, ahora que me he confortado.