Por eso el Señor cumplió la palabra que habÃa pronunciado en contra nuestra, contra nuestros gobernantes que gobernaron a Israel, contra nuestros reyes y nuestros jefes, tanto en Israel como en Judá.
Fuimos sometidos en vez de dominar, porque habÃamos ofendido al Señor, al no escuchar su voz.
Que todos reconozcan la justicia del Señor, pero nosotros hoy y nuestros padres no merecemos sino vergüenza. Todas estas calamidades que nos han sobrevenido,
el Señor las habÃa pronunciado en contra nuestra.
No hemos suplicado al Señor para que nos hiciera volver de nuestros perversos pensamientos.
Entonces el Señor mandó estas calamidades sobre nosotros, porque es justo en todo lo que nos manda hacer,
y nosotros no escuchamos su voz, que nos mandaba caminar según sus órdenes.
Y ahora, Señor, Dios de Israel, tú que sacaste a tu pueblo de Egipto con firme mano, con señales y milagros, con gran poderÃo y brazo fuerte, haciendo asà famoso tu Nombre hasta el dÃa de hoy,
hemos pecado, hemos sido impios e injustos, Señor, descuidando todos tus mandamientos.
Que tu cólera se aparte de nosotros, puesto que quedamos poquÃsimos entre las naciones en que nos dispersaste.
más bien te celebrará el alma llena de aflicción del que camina inclinado y sin fuerzas, con los ojos desfallecidos y el alma hambrienta. Esos reconocerán tu gloria y justicia, Señor.
Pero nosotros no escuchamos tu invitación de servir al rey de Babilonia; entonces tú cumpliste las palabras que habÃas pronunciado por ministerio de tus siervos los profetas: los huesos de nuestros reyes y los de nuestros padres serÃan sacados de su lugar.