Y aquellos jefes dijeron al rey: «Este hombre debe morir, porque sus discursos desalientan a los combatientes que quedan en esta ciudad y aun a todo el pueblo. Es evidente que este hombre no busca nuestro bien, sino que trata de perdernos.»
SedecÃas respondió: «Ahà lo tienen, pues el rey nada puede contra ustedes.»
Entonces se apoderaron de JeremÃas y lo echaron al pozo de MelquÃas, hijo del rey, situado en el patio de la guardia, bajándolo con cuerdas. En el pozo no habÃa agua, sino puro fango, y JeremÃas se hundió en el fango.
Pero un oficial del palacio, el etÃope Abdemalec, oyó decir que habÃan echado a JeremÃas en el pozo.
Pero si no lo haces, esta ciudad caerá en manos de los caldeos, que la incendiarán, y tú no escaparás de ellos.»
SedecÃas dijo a JeremÃas: «Les tengo miedo a los judÃos que se han pasado a los caldeos; pues si me entregan a ellos, se vengarán de mi persona.»
Todas tus mujeres que han quedado en el palacio del rey de Judá son llevadas a los generales del rey de Babilonia, y se burlan de ti con esta canción: «Te han engañado tus buenos amigos; al hundirse tus pies en el fango, ellos te abandonaron.»
Llevarán a todas tus mujeres y tus hijos a los caldeos, y tú no escaparás de ellos, sino que caerás en manos del rey de Babilonia, el cual incendiará esta ciudad.»
Entonces dijo SedecÃas a JeremÃas: «Que nadie se entere de estas palabras, de lo contrario morirás.