De nuevo lucirás tu belleza bailando, alegremente, con tus panderetas. De nuevo plantarás viñas en los cerros de Samaria, como antes las plantaban los viñadores y las cosechaban.
Miren cómo los traigo del paÃs del norte, y cómo los junto de los extremos del mundo. Están todos, ciegos y cojos, mujeres encinta y con hijos, y forman una multitud que vuelve para acá.
Si bien me he descarriado, ahora me arrepiento, me doy cuenta y me golpeo el pecho. Estoy avergonzado y confundido, pues pesa sobre mà mi infame juventud.»
Coloca señales, pon en su lugar las marcas; fÃjate bien en la ruta, en el camino por el que te has ido. Vuelve, Virgen de Israel, vuelve a estas ciudades, que son tuyas.