Yo soy quien los condujo al jardÃn de la tierra para que gozaran sus bienes y comieran los mejores frutos. Pero apenas llegaron a mi paÃs, lo profanaron, y mancharon mi herencia.
doble falta ha cometido mi pueblo: me ha abandonado a mÃ, que soy manantial de aguas vivas, y se han cavado pozos, pozos agrietados que no retendrán el agua.
Hace tiempo que has quebrado el yugo, soltándote de sus lazos. Tú dijiste: «Yo no quiero servir.» Y sobre cualquier loma, bajo cualquier árbol frondoso, te tendÃas como una prostituta.
Yo te habÃa plantado como una parra fina. ¿Cómo has pasado a ser para mà viña degenerada?
TodavÃa te atreves a decir: «No estoy manchada, no he ido tras los Baales.» Mira en el valle las huellas de tus pasos, y reconoce lo que has hecho, camella fácil, que va coqueteando por los caminos;
Asà como se avergüenza un ladrón cuando lo pillan, asà se avergonzarán los hombres de Israel, ellos, sus reyes y sus jefes, sus sacerdotes y sus profetas,
Pues, ¿dónde están tus dioses que tú mismo hiciste? ¡A ver si te salvan en el tiempo de tu desgracia! Porque tus dioses, pueblo de Judá, son tan numerosos como tus ciudades.
Inútilmente he corregido a sus hijos, ya que nadie me ha hecho caso. La espada, más feroz que un león, ha devorado a sus profetas, pero no entendieron.