fueron a los pozos y no encontraron, y volvieron con sus cántaros vacÃos. Ya no produce la tierra por falta de lluvia y los campesinos andan apenados, cubierta la cabeza en señal de luto.
Hasta los animales del campo abandonan sus crÃas porque no hallan pasto.
Los burros se paran sobre los cerros pelados, aspiran el aire como suelen hacer los chacales, y desfallecen porque no hay ni un cardo.
Les dirigirás estas palabras: De mis ojos están brotando lágrimas dÃa y noche, sin parar, porque un gran mal aqueja a la hija de mi pueblo, una herida muy grave.
Si salgo al campo, veo personas atravesadas por la espada; si me vuelvo a la ciudad, encuentro a la gente torturada por el hambre. Y por más que se muevan los profetas y los sacerdotes, no encuentran la razón de esto.