«Da esta orden a Aarón y a sus hijos: Esta será la ley del holocausto, es decir de la vÃctima totalmente quemada. La dejarán en el altar durante todo la noche hasta el amanecer; el fuego del altar no se apagará.
Luego cambiará sus vestiduras por otras antes de llevar las cenizas fuera del campamento, y las echará en un lugar puro.
El fuego del altar habrá de ser alimentado de manera que nunca se apague; el sacerdote echará leña cada dÃa por la mañana, y pondrá encima las vÃctimas de holocausto asà como la grasa de las vÃctimas de comunión..
El fuego arderá perpetuamente en el altar: no debe apagarse.
Uno de los hijos del sacerdote que ha sido ungido podrá ofrecerla en su lugar. Esta ofrenda será quemada entera en el altar: esto será un rito perpetuo.
Toda ofrenda que presente uno de los sacerdotes será consumida totalmente; no se comerá nada de ella.»
El sacerdote que la ofrece la comerá en un lugar santo, a la entrada de la Tienda de las Citas.
Cualquier cosa que toque las carnes sacrificadas será santificada; si cae una gota de su sangre sobre algún vestido, se lavará en lugar santo;
la vasija de barro en que fue cocida, será quebrada; la de cobre, en cambio, se fregará y lavará con agua.
Todo varón de entre los sacerdotes podrá comer la carne de esta vÃctima, la cual es cosa muy sagrada.
En cambio, siempre que la sangre de la vÃctima por el pecado haya sido introducida en la Tienda de las Citas para hacer la expiación, no se comerá, sino que se echará al fuego.