Pues bien, el Señor hará subir contra ellos las aguas embravecidas y profundas del rÃo Eufrates (que es el rey de Asiria con todo su poder). ¡Ya está saliendo de su lecho y corre por todas sus riberas!
¡Llega hasta Judá inundándolo todo, sus aguas le llegan hasta el cuello! Aquà está y sus alas abiertas cubren todo lo ancho de tu paÃs, ¡oh Emmanuel!
Y si les dicen a ustedes: «Consulten a los espÃritus y a los adivinos que cuchichean y murmuran», respondan: «¡Por supuesto, todo pueblo debe consultar a sus dioses! ¡A ver si los muertos podrán aconsejar a los que viven!»
Andarán vagando por el paÃs, amargados y hambrientos, y se pondrán furiosos por el hambre, y maldecirán a su rey y a su Dios: levantarán sus ojos al cielo,
luego mirarán al suelo y sólo encontrarán miseria y tinieblas, oscuridad angustiosa, y no verán más que noche.
Pero allà donde se encontraba la angustia, desaparecerá la noche. En el pasado casi aniquiló al paÃs de Zabulón y al paÃs de NeftalÃ, pero en el futuro se llenará de gloria la carretera del mar, más allá del Jordán, en la región de los paganos.