Pues las manos de ustedes están manchadas de sangre, y sus dedos, de crÃmenes. Sus labios pronuncian la mentira y su lengua murmura la falsedad.
Nadie acusa con justa razón, ni reclama con sinceridad. Toman pie de un pretexto, y andan con mentiras, conciben un mal proyecto y dan a luz la maldad.
Se echan sobre huevos de vÃboras y tejen telarañas; el que come sus huevos, muere, y si los aplastan, salen culebritas.
Uno no se puede vestir con sus telas, y no se vestirán con sus obras. Pues lo que hacen son obras criminales, y es sólo violencia lo que sale de sus manos.
Con sus pies corren al mal y se apresuran en derramar la sangre inocente. Sus proyectos son proyectos asesinos, por donde pasan, sólo dejan ruina y calamidades.
No conocen el camino de la paz y la justicia no se encuentra en sus empresas. Todo es chueco en sus caminos, y el que allà se mete no anda tranquilo.
Por eso la justicia no se acerca a nosotros y no nos llega la salvación. Esperábamos la luz y sólo hay tinieblas; la claridad, y andamos a oscuras.
Palpamos las paredes como ciegos y caminamos con miedo, como los que no ven. Tropezamos al mediodÃa como si fuera de noche, y en la fuerza de la edad, ya somos como muertos.
Todos nosotros gruñimos como osos y gemimos como palomas. Esperábamos que nos hicieran justicia, pero nada, o que llegara nuestra salvación, pero permanece lejos de nosotros.
Pues a menudo te hemos sido infieles, y nuestras propias faltas nos acusan. En efecto, tenemos siempre presentes nuestros pecados y reconocemos nuestros yerros:
Vio que no habÃa nadie y se sorprendió de que nadie interviniera. Entonces intervino personalmente y con la fuerza de su justicia,
Se puso la justicia como coraza y se colocó en su cabeza su casco que es la salvación. Se vistió con la venganza como si fuese túnica y se arropó con el celo como un chal.
A cada uno le va a dar su merecido: enojo para sus adversarios y castigo para sus enemigos.