¡Pobres de ustedes que compran todas las casas y van juntando campo a campo! ¿Asà que no quedará más lugar y sólo quedarán ustedes en este paÃs?
¡Ay de aquellos que llaman bien al mal y mal al bien, que cambian las tinieblas en luz y la luz en tinieblas, que dan lo amargo por dulce y lo dulce por amargo!
¡Ay de los que se creen sabios y se consideran inteligentes!
¡Pobres de los que son valientes para beber vino, y campeones para mezclar bebidas fuertes,
pero que perdonan al culpable por dinero, y privan al justo de sus derechos!
Le hace señas a una nación lejana y le pega un silbido desde el fin del mundo; ella ligerito llega con rapidez.
Nadie de los suyos se debilita o se cansa, ni se queda dormido o se pone a cabecear, ninguno se suelta los cordones de su zapato.
Sus flechas son muy puntiagudas, todos sus arcos estirados, los cascos de sus caballos son como de piedra, las ruedas de sus carros igual que el huracán.
Tiene un rugido como de leona, ruge como un cachorro de león, gruñe y atrapa su presa, se la lleva y nadie se la quita.