«No vale la pena que seas mi servidor únicamente para restablecer a las tribus de Jacob, o traer sus sobrevivientes a su patria. Tú serás, además, una luz para las naciones, para que mi salvación llegue hasta el último extremo de la tierra.»
Dirás a los prisioneros: «¡Salgan!», a los que están en la oscuridad: «Salgan a la luz.» A lo largo del camino pastarán y no les faltará el pasto ni en los cerros pelados.
No padecerán hambre ni sed, y no estarán expuestos al viento quemante ni al sol; pues el que se compadece de ellos los guiará y los llevará hasta donde están las vertientes de agua.
Pero, ¿puede una mujer olvidarse del niño que crÃa, o dejar de querer al hijo de sus entrañas? Pues bien, aunque alguna lo olvidase, yo nunca me olvidarÃa de ti.
Pues tus lugares abandonados, tus ciudades destruidas y tu paÃs arruinado se harán estrechos para tantos habitantes, mientras que tus destructores se habrán ido.
De nuevo te dirán al oÃdo tus hijos, a los que nunca pensabas recuperar: «Ese sitio se ha hecho chico para mÃ, dame otro donde pueda levantar mi casa.» Tú entonces te preguntarás: