DesvÃense del camino, no sigan esa ruta, quiten de nuestros ojos al Santo de Israel.»
En vista de eso, asà habla el Santo de Israel: «Ya que ustedes no han hecho caso a estas advertencias y han recurrido más bien a las tasas impuestas y a la mentiras,
este pecado será para ustedes como una grieta que aparece en una alta muralla. Se agranda y amenaza, hasta que, de repente, de un golpe, se derrumbe la muralla.
«En la conversión y en la calma estaba su salvación, y su seguridad, en una perfecta confianza.
Pero ustedes no lo han aceptado y han dicho: «¡Mejor huiremos a caballo!» ¡Pues bien, huyan no más! Y han añadido: «En rápidos carros.» -¡Muy bien, sus perseguidores seran todavÃa más rápidos!
Mil huirán ante la amenaza de uno solo, y ante el ataque de cinco todos ustedes huirán; y sólo sobrevivirá de ustedes un resto, como un poste en la cumbre de un cerro o como un palo de bandera en una colina.
Cuando tengan que tomar el camino ya sea a la derecha o a la izquierda, tus oÃdos oirán sus palabras resonar detrás de ti: «Este es el camino que deben seguir».
Encontrarás que son impuros la cubierta de plata de tus Ãdolos y el revestimiento de oro de tus estatuas. Los tirarás como unas inmundicias y les dirás: «Váyanse de aquÃ.»
El Señor te dará la lluvia para las semillas que hayas sembrado en el campo, y el pan que te producirá la tierra será sustancioso y nutritivo. Tu ganado pastará entonces en grandes potreros.
Los bueyes y los burros que trabajan en el campo, comerán buen pasto aventado a pala y horqueta.
Sobre cualquier cerro alto y sobre cualquier colina elevada habrá arroyuelos y vertientes cuando llegue el dÃa de la gran matanza y se vengan abajo los castillos.
Su respiración es como un torrente que se desborda y que le llega a uno hasta el cuello. El viene para colar a las naciones con un colador muy fino y a poner sus riendas con freno en el hocico de los pueblos.