¡Ay de Ariel, Ariel, ciudad donde acampó David! Añadan un año a otro año, que las fiestas den vuelta al año;
entonces le pondré sitio a Ariel y habrá quejas y lamentaciones. Tú serás para mí como un Ariel.
Instalaré mi campamento frente a ti como David, te rodearé de empalizadas y cavaré trincheras a tu alrededor.
Desde la fosa, donde estés tendida, hablarás, pero tu voz será como la de un fantasma y tus palabras desde el fondo de la fosa serán sofocadas por el polvo.
Y en un momento, de repente, la multitud de los atacantes será como paja al viento, y las huestes de tus enemigos como polvo fino
Yavé de los Ejércitos intervendrá, con truenos, terremotos y gran estruendo, y el huracán, la tempestad, y la llama de un fuego devorador.
Como un sueño que se tiene de noche, así será para la multitud de naciones, que iban a pelear contra Ariel, para sus ejércitos que la rodeaban, para sus trincheras y sus empalizadas.
Les sucederá como al hambriento que come en sueños y que se despierta con el estómago vacío; o como al sediento que sueña que bebe, pero se despierta con la garganta seca. Así les pasará a todas las naciones, a los que hayan venido para atacar a Sión.
Embrutézcanse y pónganse tontos, anden ciegos, sin vista, quedense ebrios, pero no por el vino, maréense, pero no por el licor.
Es un espíritu que adormece, el que Yavé les ha enviado; les ha cerrado los ojos a ustedes los profetas, y a ustedes los videntes, les ha vendado los ojos.
Tadas las visiones han pasado a ser para ustedes como las palabras de un libro que está sellado. Si se lo pasa a uno que no sabe leer, diciéndole: «Lee esto», él contestará: «No puedo, pues el libro está sellado.»
O bien si se lo entregan a otro que no sabe leer, diciéndole lo mismo, él responderá: «No sé leer.» ME HONRAN CON LOS LABIOS
El Señor ha dicho: «Este pueblo me ofrece tan sólo palabras, y me honra con los labios, pero su corazón sigue lejos de mí. Su religión no vale, pues no son más que enseñanzas y obligaciones humanas.
Por eso, yo seguiré desconcertando a este pueblo, y serán sorpresas y más sorpresas; la sabiduría de sus sabios fracasará, y se perderá la inteligencia de sus entendidos.» CONTRA LOS MALOS CONSEJEROS
¡Ay de los que disimulan sus planes y creen que se esconden de Yavé! Traman sus proyectos en la oscuridad, y luego dicen: «¿Quién nos ve, quién lo sabe?»
¡Qué maldad la de ustedes! ¿Es acaso la greda igual que el alfarero? ¿Podrá decir al que la hizo: «Yo no soy tu obra»; o dirá un cántaro al alfarero: «No sabes nada»?
Falta muy poco tiempo para que el Líbano se convierta en un jardín y que el jardín, en cambio, pase a ser un zarzal.
Aquel día, los sordos oirán las palabras de un libro, y libres de la sombra y de las tinieblas, los ojos de los ciegos volverán a ver.
Los humildes aún se alegrarán con Yavé y los más pobres quedarán felices con el Santo de Israel,
pues ya no habrá más opresor. Habrá desaparecido el que se reía de todos y habrán sido eliminados todos los malvados,
los que hacen condenar a otro porque saben hablar y les meten trampas a los jueces al tribunal, y niegan, por una coma, el derecho del bueno.
Por todo esto, así lo declara Yavé, Dios de la familia de Jacob, él, que rescató a Abraham: «En adelante, Jacob ya no será defraudado ni tendrá por qué verse pálido,
pues, al ver a sus hijos de vuelta a su casa -gracias a mí- se pondrá a alabar mi Nombre.» Festejarán al Santo de Jacob y temerán al Dios de Israel.
Los descarriados entrarán en razón y los rebeldes se dejarán instruir.