Has hecho de la ciudad un montón de escombros, y de la fortaleza una ruina; el bastión de los extranjeros ya no es una ciudad, y nadie la reconstruirá.
Por eso te proclama un pueblo poderoso, y la ciudad respetada por las naciones te teme.
Tú has sido un refugio para el despreciado, una ayuda para el pobre en su miseria; te hicise abrigo contra la lluvia, y sombra para el calor. El aliento de los tiranos es como la lluvia helada
o como el ardor del sol en el desierto; pero tú rebajas la arrogancia de los extranjeros como el calor del sol, y haces callar el canto de los tiranos.